Clínicamente se suelen manifestar con molestias al orinar (característicamente después de la micción) y, en algunos casos, con una cantidad variable de secreción uretral.
Aunque pueden tener una causa no-infecciosa (tóxicas –por consumo excesivo de determinadas sustancias–, traumáticas o alérgicas), las uretritis están producidas esencialmente por infecciones de transmisión sexual adquiridas a través de coito vaginal, coito anal o felación sin empleo de preservativo.
Los microorganismos causantes de uretritis son:
– La bacteria Neisseria gonorrhoeae (causante de la gonococcia o gonorrea).
– Bacterias del género Chlamydia.
– Las bacterias Ureaplasma urealyticum y Mycoplasma genitalium.
– Otras bacterias presentes en la flora bucal, faríngea o rectal. – El protozoo Trichomonas vaginalis.
* De manera excepcional, pueden producirse también por el virus herpes simple.
* Aunque las infecciones por hongos del género Candida (balanitis o balanopostitis candidiásicas) puedan producir molestias en el área del meato uretral, no llegan a producir verdaderas uretritis.
No es infrecuente que una uretritis pueda estar producida por más de un microorganismo a la vez.
Las infecciones por Neisseria gonorrhoeae y Chlamydia trachomatis son las más comunes. Precisan tratamiento antibiótico para su curación. En cuanto al resto de gérmenes mencionados, por lo general suelen producir síntomas leves, y puede ceder la infección (al ser controlada por el sistema inmune, o al ser la uretra un sin ser necesario un tratamiento farmacológico.
Si bien está aceptado el llamado “abordaje sindrómico” de las uretritis (consistente en dar tratamiento antibiótico sin haber identificado el microorganismo causante), es más que recomendable realizar un estudio microbiológico adecuado, dirigido a pautar el tratamiento más eficaz, poder realizar un adecuado seguimiento y evitar la toma de fármacos que no sean necesarios.